Hugo Bolívar
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Empiezo con la conclusión pero recomiendo que la lean hasta el final para entender las dimensiones de la que fue una terrible e insólita esperiencia:
La casa es maravillosa pero NO recomiendo en absoluto el ir ni aunque fuera esta la única opción que tuvieran dado que es muy probable que el propietario arruine sus vacaciones.
A la luz de los terribles acontecimientos que está sufriendo ese precioso paraíso que es La Palma, he dudado mucho en hacer esta reseña porque queremos mucho a la isla y sus gentes y, aunque no parece oportuno, tampoco lo sería no dejar constancia como usuario habitual de este tipo de alojamientos, y siendo esta la segunda vez que vengo de visita a la isla; de la que ha sido, sin duda, la peor y más terrorífica de mis experiencias.
Todo a cuenta del propietario.
Nuestro alojamiento fue de 14 días. Una estancia larga para este tipo de alojamientos.
La casa nos pareció preciosa desde el primer momento, justo lo que buscábamos.
El problema fue que el propietario, más allá de su caracter poco amigable, algo que percibimos desde el primer minuto, consiguió arruinarnos las vacaciones.
Lo que desencadenó todo fue un temporal de altísimas temperaturas y fuertes vientos que azotó durante tres días a la isla y que arruinó la piscina, quedando llena de maleza tanto en la superficie como en el fondo tal y como se puede apreciar en la foto que adjunto que, por otro lado, no muestra sino una pequeña parte del desaguisado.
Al no tener herramientas para limpiarla (había una red que luego supimos que se había llevado el propietario la tarde anterior, entrando sin avisarnos si quiera e induciéndonos a pensar que nos habían entrado a robar) le escribimos, a pesar de que nunca contestaba a los mensajes o lo hacía de manera cortante e incomprensible, y sin obtener respuesta de ningún tipo, al día siguiente se presentó a las 7.30am de la mañana, sin avisar, dándonos un susto de muerte al verle pasar frente a la puerta acristalada de la habitación donde dormíamos, desnudos, sobre la cama.
Este “señor” me vio desnudo sobre la cama.
Intimidados y con el susto en el cuerpo, al irse, visiblemente enfadado y, obviamente, fastidiado por tener que limpiar la piscina para dejarla lista de nuevo para su uso y sin siquiera haber dado ni los buenos días ni un pequeño gesto de saludo, le dije, en el mejor de los tonos, que me gustaría que, por favor, nos avisara cuando viniera (lo cual es lógico y habitual en estos establecimientos).
Su respuesta fue: “yo siempre estoy, son mis casas”. Es decir: voy a venir cuando y como me de la gana.
El sentimiento que nos invadió de violación de nuestra privacidad es indescriptible.
Nos planteamos incluso irnos.
Jamás me he sentido más vulnerable.
Este es el peor de unos cuantos episodios más que hicieron de esta una muy lamentable experiencia. Entre otros muchos gestos, uno que realmente incomodaba era verle pasar con el coche frente a la propiedad, lentamente, mirando hacia el interior; algo que hacía constantemente. La sensación de vigilancia e intromisión de nuestra intimidad era ua constante y, por otro lado, seguía entrando a la casa sin avisarnos. Incluso una tarde en que estábamos bañándonos y tomando el sol, me llegó a enviar un whatsapp diciendo que no saltaramos a la piscina, que estaba prohibido; hecho que demostraba claramente que estábamos siendo vigilados constantemente.
En fin. Un despropósito de pies a cabeza.
He de decir que, afortunadamente, la compañía Canary Company (a través de la cual gestionamos la reserva y que recomendamos para el alquiler de vuestra casa en La Palma), respondió maravillosamente, mediando, comprensivos y muy serviciales.
De hecho nos invitaron a una cena en un buen restaurante, cerca de la casa.
Yo conseguí reponerme bastante y obviar los comportamientos de Carlos, nombre del propietario, decidido a no permitir que arruinase mis 14 días de vacaciones. Mi pareja, mucho más sensible que yo, no lo consiguió.
Algo más de 1400€ de alojamiento para pasarlo mal.
Espero que tengáis unas felices vacaciones pero no en “Las Vetas”.
Hugo.